I.
La Biblia habla: Dios el diseñador y
arquitecto divino de lo creado.
En el principio creo
Dios los cielos y la tierra…
El
Dr. Cottrell menciona que el al escribir su libro de Dios el Creador, al reunir todos los pasajes sobre la creación; se
ocupó más de ocho páginas de textos bíblicos.[1]
Algunos
pasajes se refieren al acto o hecho de la creación como tal, que reflejan
mayormente. “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra”(Éxodo
20:11) “Tu solo eres Jehová; tu hiciste los cielos y los cielos de los cielos,
con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella”. (Nehemías 9:6) “Yo
hice la tierra, y cree sobre ella al hombre. Yo, mis manos extendieron los
cielos, y a todo su ejército mande”. (Isaías 45:12). “Todo procede de Dios” (1
Corintios 11:12) “Fueron hechos por la palabra de Dios los cielos y también la
tierra, que provienen del agua y por el agua subsiste” (2 Pedro 3:5).[2]
La
Biblia nos habla claramente acerca de Dios como el creador y el diseñador
divino, basta con solo mirar a nuestro derredor, escrutar la creación y llegar
a la conclusión que existe un diseñador, para lo que vemos. Dios, es al único a
quien podemos atribuir la gloria de la creación, solo un Dios omnisciente pudo
haber creado un mundo tan perfecto. La Biblia da por hecho que Dios es el
creador del cielo y la tierra y todo lo que vemos. La Biblia no titubea en
ningún momento acerca de Dios como creador, no así como los otros escritos de
creación que encontramos en otras culturas, cuyos relatos llegan a
contradecirse como lo es el; Popol Vuh, La epica de Gilgamesh, el Quinto sol, etcétera.
Estos relatos en ocasiones son obscuros, y sus deidades actúan de la misma
forma que un hombre común lo haría. Demostrando que las palabras de sus
deidades como creadores son pensamientos humanos e historias ficticias. En
cambio la Biblia testifica a Dios como el verdadero creador. “Dios se sienta sobre el circulo de la tierra”
Isaías 40:22.
II.
Las características de la creación
Es
interesante notar que Dios se presenta en la Biblia creando, trabajando; no
argumentando ni filosofando.
§ 1era
Característica; Una creación de la nada.
La
creación de la nada significa que fue obra creativa de Dios, y fue sin
materiales preexistentes, existe una considerable cantidad de versículos que
nos hablan acerca de la creación de la nada mejor conocida como ex nihilo, sin embargo este tema se
tratara más delante en una sección especial para explicarlo. Lo que se desea
destacar en esta sección es que una característica primordial de la creación es
que fue de la nada sin el uso de materiales preexistentes.
§ 2nda
Característica: la creación, totalmente
inclusiva.
Dios
no creo únicamente cierta parte de la realidad, siendo el resto atribuible a
algún origen; creo toda la realidad. En la frase de apertura del Génesis (“En
el principio creo Dios los cielos y la tierra”), la expresión “los cielos y la
tierra” no intenta designar solo a estas dos cosas. Es una expresión que hace
referencia a todo lo que es. Juan 1:3 dice; “Todas las cosas por medio de él
fueron hechas, y sin el nada de lo que ha sido hecho fue hecho.” Aquí hay una
afirmación de la creación de todas las cosas y un rechazo a la idea de que algo
podría haber sido hecho por alguien o algo distinto a Dios.[3]
§ 3era
Característica: Gloria de Dios
(propósito de la creación)
Aunque
Dios no tenía que crear, lo hizo por buenas y suficientes razones, y la
creación cumple ese propósito. En particular la creación glorifica a Dios
llevan a cabo su voluntad. Tanto las cosas inanimadas (Salmos 19:1) como las
animadas le glorifican. Cada parte de la creación es capaz de cumplir los
propósitos de Dios.[4]
§ 4ta Característica: conocimiento de Dios
La
creación acerca al hombre a Dios. El hombre en su búsqueda interminable hacia la
simiente de todo lo existente puede guiarse un poco a Jehová Dios, como el
único creador.
III.
Creación Ex nihilo
Definición:
Es
la palabra latina para “nada”, cosas en términos de una creación ex nihilo. Ex nihilo significa
exactamente lo que dice la definición: “sin el uso de materiales
preexistentes”. No de algo que ya había en existencia.[5]
Concepto de esta doctrina:
La prueba de la doctrina de una creación
ex nihilo no descansa en el uso de las palabras bara o ktizein, que son intercambiables con asah y poieen, se dice
que Dios creo el mundo y también que Él es el hacedor de los cielos y de la tierra.
De las plantas y de los animales se dice que fueron creados.
Las
Escrituras enseñan esta gran doctrina:
1. Por
el hecho de que jamás se hace mención de ninguna sustancia preexistente en base
de la que se hizo el mundo.
2. La
descripción de la obra de creación que se da en la Biblia cierra el paso a la
idea de formación o de mera emanación. Dios dijo; “Sea la luz y fue la luz”.
3. La
misma doctrina esta involucrada en la absoluta dependencia de todas las cosas
de Dios y en su absoluta soberanía sobre ellas. (Colosenses 1:16,17).[6]
La
creación fue un acto de origen divino, un punto de partida absoluto cuando Dios
trajo a la existencia sin el uso de materiales preexistentes todo el universo
creado. Esto es ex nihilo. Es un concepto absolutamente único de los comienzos,
que se encuentra solamente en la Biblia. La enseñanza bíblica es única. Las
características que marca la Biblia de acuerdo a la creación no se comparan con
ningún otro tipo de enseñanza religiosa de alguna deidad pagana. Aquellas
supuestas deidades e historias acerca de la creación son solo meras historias
humanas, o copias evidentes del relato Bíblico. La creación tiene la huella de
Dios en todos los aspectos, el derredor hace eco de un creador, y es al único y
verdadero Dios.
IV.
Maravilla de la creación; “El Tiempo”
I.
¿Qué es el tiempo?
Cualquier niño conoce la respuesta
y, sin embargo, el físico teórico más sabio se ve en un aprieto para dar una
definición completamente satisfactoria. A través de la experiencia del hombre,
en todos los aspectos del mundo y del universo que habita, corre esa huidiza
entidad denominada tiempo. El reloj representante del Sol y las estrellas, nos
dice que es tiempo de levantarse, tiempo de ir a la escuela o al trabajo, tiempo
de acostarse. El tiempo no solo rige las actividades del hombre, sino su ser
mismo. Como todo organismo vivo, existe por la gracia de miles ritmos
sincronizados. El pulso late tranquilo o agitado; las ondas eléctricas del
cerebro ajustan el ritmo para el sueño o la vigilia. Mucho mas que el hombre,
otras criaturas vivientes se rigen por el “tiempo biológico”. Que vincula los
procesos internos con los ritmos regulares del mundo exterior. Por ejemplo; la
hoja del arce verdece o se torna de color fuego siempre en las mismas épocas;
el anade silvestre vuela hacia el norte o hacia el sur guiándose por algún
instintivo calculo interno en el que participan el tiempo y el Sol. El tiempo
que da continuidad y orden, es también causa de desquiciamiento y muerte. Nada
hay bajo el sol, o sobre el, de lo que no podamos decir: “Esto, con el tiempo,
también desaparecerá.”
De las grandes abstracciones de la
ciencia, es el tiempo (no el espacio, ni la fuerza, ni la materia) lo que mas a
menudo mencionamos. Es un gran maestro, excelente medicina, el que todo lo
justifica y lo iguala; se detiene, se nos va o pasa volando. Podemos ahorrarlo
o perderlo, gastarlo o desperdiciarlo (¡El tiempo es oro!).
Lo que no podemos, cosa extraña es
definirlo. Para el psicólogo el tiempo es un aspecto de la conciencia, el medio
por el cual damos orden a nuestras experiencias. Para el físico el tiempo es
una de las tres cantidades fundamentales; las otras dos son masa y distancia en
cuyos términos se puede describir todo lo que hay en el universo. Para el filósofo,
el tiempo son otras cosas distintas. sin embargo, todos estos eruditos, a pesar
de haber escrito libros acerca del tiempo, se ven incapacitados para definirlo
de manera satisfactoria para los demás o aun para sí mismo.
El hecho de que la palabra tiempo,
en su connotación científica se refiera a dos cosas diferentes, aunque
relacionadas, no facilita la tarea de pensar y hablar acerca de el. la primera
es el “intervalo”, o sea la duración en el tiempo. La segunda es la “época”, o
sea la situación dentro del tiempo. Si preguntamos: ¿Cuánto durara el
concierto?, nos referimos al intervalo. Si preguntamos “¿A qué hora empieza el
concierto?”, se trata de la época.[7]
Conclusión:
No podemos tocar al tiempo, pero si
a las manifestaciones que deja, por ejemplo podemos comparar la tersa piel de
un niño con la de un anciano, y veremos que el paso del tiempo paso sobre sus
vidas. El tiempo no lo podemos ver ni sentir pero nos rige a todo lo creado por
Dios, no existe nada creado por Dios que no esté sujeto al paso del tiempo.
Cuando Dios creo el universo y todo lo que nos rodea en la tierra, creo
procesos, por ejemplo Dios no se levanta todas las mañanas a crear nubes, y
hacer que sean cargadas de agua. No, sino, que el estableció procesos en la
tierra para que funcione de manera adecuada. Del mismo modo dejo el “Tiempo”
establecido, de modo que tengamos, estaciones del año, cosechas, necesidades
físicas, para que el mundo pueda tener un orden, y un orden que solo se puede llevar
a cabo mediante el tiempo. Inclusive la creación se nos es relatada en
intervalos de días. Nos regimos por el tiempo, somos pequeños ante Dios,
nuestro Dios es eterno, el mundo y lo creado es víctima de eso que llamamos
tiempo.
“Enséñanos a contar nuestros días,
de modo que traigamos al corazón sabiduría”.
[1]
Jack Cottrell, La fe una vez dada, doctrina bíblica para hoy. Editorial LATM, (Joplin, Missouri 2002) p. 114
[2]
Jack Cottrell, La fe una vez dada, doctrina bíblica para hoy. Editorial LATM, (Joplin, Missouri 2002) p. 114
[3] Millard Erickson, Teologia
Sistematica (Grand Rapids; Michigan, Editorial CLIE 2008) P.393
[4] Millard Erickson, Teologia
Sistematica (Grand Rapids; Michigan, Editorial CLIE 2008) P.395
[5]
Jack Cottrell, La fe una vez dada, doctrina bíblica para hoy. Editorial LATM, (Joplin, Missouri 2002) p. 108
[6]
Hodge Charles, Teología sistemática. Editorial CLIE, (Terrasa Barcelona, España
1991) p. 397
[7] Samuel
A. Goudsmit, Robert Claiborne, “Tiempo” Editorial: Time Life (Calzada del a
Viga, México, D.F. 1972) p.9